Diario de viaje a Indonesia: 3 días en Tana Toraja, Sulawesi

Pasar 3 días en Tana Toraja, en la isla de Sulawesi, fueron suficientes para descubrir cómo vive su gente y poder asistir a algunos de sus famosos rituales funerarios. Una experiencia muy especial y diferente con la que hay que ir, ante todo, con mucho respeto y tolerancia.

En este artículo vamos a contarte nuestra experiencia, todo lo que hicimos, vimos y descubrimos. Para que tú también puedas pasar 3 días en Tana Toraja súper completos.

3 días en Tana Toraja, Sulawesi

Día 1. De Makasar a Rantepao

Llegamos al aeropuerto de Makasar, la capital de Sulawesi, a las 18h pm. Desde Barcelona habíamos contactado con Dodo(*), un indonesio que se dedica a recoger a los viajeros en el aeropuerto y llevarlos a la estación de autobuses desde donde se coge el bus dirección Rantepao. También puedes pedirle que te compre los billetes a Tana Toraja, ya que se agotan rápido y cuanto antes lo tengas mucho mejor. Justo salir del avión nos estaba esperando con un cartel con nuestro nombre, así que pusimos dirección a la estación de autobuses que tardaríamos, aproximadamente, una hora en llegar.

Lee también: cómo ir de Makasar a Rantepao

Dodo es un hombre amable, simpático y muy servicial, y si volviéramos a Sulawesi no dudaríamos en contratarle de nuevo puesto que nos facilitó muchos trámites que, de otra manera, hubiera sido un poco lío llevar a cabo. Además, nos dio el contacto del que sería nuestro guía por Tana Toraja durante los siguientes días, y que nos vendría a recoger en la estación de Rantepao.

Y tocaba esperar. Aparecían y desaparecían muchos autobuses y cada vez que aparecía uno nuevo nos poníamos nerviosos pensando que igual era el nuestro, que había llegado antes y lo íbamos a perder. Pero no. Nuestro autobús llegó a las 21h en punto, y después de aproximadamente 40 minutos, nos pusimos en marcha dirección Rantepao. Viajamos con la compañía Litha, una de las mejores, puesto que los asientos son prácticamente reclinables al 100%.

(!)Importante: Nosotros preferimos llevar arriba nuestras mochilas y ponerlas en los pies ya que durante el trayecto se hacen un par de paradas y no queríamos llevarnos ningún susto. También es importante llevar algo de abrigo, aunque ahí tienes una manta, ponen el aire acondicionado como si no hubiera un mañana, y hace mucho frío.

Después de 8 horas de camino, por fin llegamos a Rantepao, el pueblo que sería nuestra base de operaciones para conocer los poblados torajas durante los próximos 3 días. Estaba muy oscuro y la verdad es que daba incluso un poco de miedo, pero teníamos esperar que Enos, el amigo de Dodo, viniera a recogernos. Pero no venía. Después de 10 minutos, decimos entrar un poco al pueblo y esperar a que amaneciera para buscar nuestro hotel. Y sorprendentemente, después de casi 30 minutos, nuestro guía apareció, contándonos que había bajado con el coche al oír el autobús, pero cuando llegó no había nadie. ¡Culpa nuestra por ser tan impacientes!

Nos llevó a su casa en el centro del pueblo, nos ofreció un té y, junto a una pareja de brasileño-franceses que conocimos en el bus, acordamos la ruta para los próximos 3 días. Empezaríamos esa misma mañana pero antes, todos necesitábamos descansar. Así que pusimos rumbo a nuestro hotel y prácticamente nos desmayamos en la cama las siguientes dos horas.

08:00h

Nos despertamos a las 8, habíamos quedado a las 9 delante de la casa de nuestro guía. Estábamos cansados pero con unas ganas locas de conocer otra de las islas de Indonesia.

 

Ese día fuimos a la parte norte de Rantepao, y visitamos los poblados de Batutumonga, Deri, Bori y Palawa, en los que pudimos ver auténticas casas Torajas, conocer algunos de sus habitantes, y observar magníficos paisajes como plantaciones de arroz.

Enos nos contó que las casas tradicionales torajas, llamadas tongkonan, tienen esa forma de barco invertido porque las primeras fueron construidas con los barcos que usaron los primeros habitantes de la isla para llegar a ella.

Un dato curioso es que son el único poblado cristiano de toda la isla.

16:00h

Por la tarde nos dirigimos hacia la parte sur, a los poblados de Lemo, Tilanga y Londa. Esa parte, aunque también, no tiene tantos poblados torajas como el norte, y es el sitio ideal para observar los tau-tau, que son figuras hechas de piedra o madera con las facciones de la persona fallecida, piedras gigantes dónde han enterrado a los muertos, árboles dónde entierran a bebés que aún no tienen dientes para que puedan llegar al cielo, tumbas excavadas directamente en acantilados, etc.

 

Visitando Sulawesi siempre tienes la muerte muy presente.

El resto de la tarde la dedicamos a pasear por Rantepao. No es un pueblo nada turístico, y tiene su encanto ver las tiendecitas, visitar el mercado del pescado, y simplemente disfrutar recorriendo las calles de un sitio tan especial cómo lo es ese.

Por la noche cenamos en nuestro hotel, que hay que decir que hacen una comida que no está nada mal, compramos una Bintang (ya que en Toraja, como son cristianos, no tienen prohibido beber alcohol, y no es desorbitadamente cara ni difícil de encontrar como en otros lugares musulmanes), nos la subimos a la habitación y nos la bebimos en nuestro balcón, disfrutando de las vistas y comentando emocionados todas las sensaciones maravillosas que nos estaba dando ese viaje. Y todavía quedaba mucho… estábamos más que felices.

Día 2. Rituales Funerarios

09.00h

Había llegado el día de ir a ver el motivo por el cual habíamos decidido venir a Sulawesi: los rituales funerarios del pueblo Toraja. Enos nos contó por encima en qué consistía, y la verdad que no esperábamos que fuera tan sangriento. Durante la ceremonia, que puede durar varios días, las familias hacen ofrendas de cerdos o búfalos a la familia del difunto. Los búfalos son muchísimo más caros que los cerdos, y los búfalos albinos pueden llegar a costar 15.000 euros, una auténtica locura. Esas ofrendas son sacrificadas los días posteriores y es la carne que se da de comer en el banquete.

Los rituales funerarios pueden costar varios miles de euros, y si la familia no tiene el dinero suficiente en el momento de la muerte, pueden llegar a convivir con el difunto, embalsamado y en la misma casa, durante los años necesarios hasta que reúnan el dinero.

Subimos todos hasta arriba de una montaña dónde se hacía el funeral, y el ambiente nos pareció muy intenso. Había muchísimos cerdos atados por las patas a troncos de bambú tirados en el suelo que no dejaban de chillar, olía a sangre, los búfalos estaban atados esperando a ser sacrificados, los hombres de las familias cantaban y, en general, se respiraba un ambiente de intranquilidad muy notorio. La tarde anterior habíamos comprado tabaco, puesto que hay que ofrecer a la familia una ofrenda para poder asistir al funeral.

Cuando nos informaron que iba a empezar todo, yo preferí bajar y esperarme dónde se esperan las mujeres, puesto que ellas suben más tarde acompañando el cuerpo. No quería presenciar un espectáculo tan sangriento ni quería ver sufrir a los animales.

Al cabo de aproximadamente una hora, Sergi y la pareja de brasileño-franceses bajaron con Enos y vinieron a mi encuentro. Me contaron que, efectivamente, se respiraba un clima de tensión por la cantidad de animales en sufrimiento que había ahí, y que ver el sacrificio había sido bastante angustiante. Todo y con eso, había sido una experiencia muy especial compartir espacio con la familia del difunto. Yo por mi parte me lo pasé genial observando a las mujeres, viendo cómo algunos hombres hacían esfuerzos sobrehumanos para cargar con el fallecido (lo veréis en el video), y, en general, viviendo una parte más «amable» de los rituales funerarios torajas.

18.00h

Durante esa tarde nos relajamos en el hotel, repasamos que nos tocaba hacer los días siguientes y disfrutamos, de nuevo, perdiéndonos por las calles de Rantepao.

Día 3. De Sulawesi a Bali

Siempre que recordamos el viaje con Sergi, decimos que nos sobró un día en Sulawesi y nos faltó en Bali. La verdad es que, aunque suene poco correcto, las casas torajas son muy parecidas todas ellas. Por lo tanto, ese día nos había quedado un poco colgado, y teníamos que esperar a la noche porque cogíamos en bus nocturno de Rantepao a Makasar y luego el avión por la mañana dirección Bali.

Así que, por raro que suene en nosotros, ese día nos despertamos sin horario, y nos dedicamos a hacerlo todo con mucha calma; desayunar con tranquilidad, prepararnos la mochila, despedirnos de la pareja brasileño-francesa y de Enos y comprar algunos recuerdos para familiares y amigos en esta isla tan especial. A eso de las 20:30 fuimos a la parada de autobús y a las 21, puntual como un reloj, pasaba el que sería nuestro hotel con ruedas esa noche, y nos llevaría al aeropuerto de Makasar directamente.

Y ahora sí, otra isla y otra aventura nos esperaba… ¡Dirección Bali! (Si quieres leer nuestra experiencia y día a día en Bali puedes hacer click aquí).

(*) Si vas a visitar Tana Toraja y te interesa que Dodo te recoja y te compre los billetes de autobús, envíanos un email y te facilitamos el contacto encantados!

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